Gerard Piqué tendrá que remar mucho para volver a ser insustituible en el Barça. Con las ideas clarísimas y firme en sus decisiones, Luis Enrique sigue sin darle el protagonismo que supuestamente muchos le suponían por los galones que lució en el pasado. De más a menos y en caída libre en las dos últimas campañas, Piqué trata de pelear contra todos los elementos para volver a contar para un entrenador que sabe que no le pondrá las cosas sencillas y que le exigirá el nivel que alcanzó en sus primeras temporadas cuando fue repescado en 2008 del Manchester United.
“Voy a esforzarme para volver a ser uno de los mejores centrales del mundo”. La frase la pronunció el futbolista a finales del pasado mes de julio en la concentración de Saint George, lugar en el que Luis Enrique comenzó a tomarle el pulso a los internacionales españoles que regresaban de fracasar en el Mundial de Brasil. De los últimos cuatro compromisos del Barça (tres en Liga y uno en Champions) sólo jugó en La Rosaleda ante el Málaga (0-0).
Cuando el entrenador es preguntado sobre el futbolista, la respuesta siempre es políticamente correcta (“Estoy encantado con Gerard y su actitud en las sesiones de entrenamiento. Es un chico con un carácter divertido y alegre”), aunque a la hora de expresar sus preferencias sobre el terreno de juego, la cosa cambia de manera radical; mientras Mascherano y Mathieu parecen intocables pese a no ser centrales puros, a Piqué y Bartra les ha tocado ver la mayoría de compromisos en este arranque de temporada desde el banquillo, algo que no les hace gracia.
La elección. Lo que es evidente es que el entrenador, a excepción de con Leo Messi (lo ha jugado todo), no se casa con nadie. De ahí se puede llegar a entender que su apuesta en cuestión de fichajes el pasado verano para el eje de la defensa fue Mathieu y el francés es, hasta el momento, el zaguero que más minutos ha jugado (540) en seis apariciones de siete partidos disputados hasta el momento en este arranque de temporada (cinco de Liga y dos de Champions League).
