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Entre Rosito y Soraya

Esta es una nota de 2001 publicada por El Periódico y cuenta la historia entre Rosito y Soraya Jiménez: 

Se conocieron hace casi ocho años en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Luis Rossito llegó al campeonato mundial de Levantamiento de Pesas dirigiendo al compatriota Marvin Jiménez en la categoría juvenil y ella, la campeona olímpica de Sydney 2000, la mexicana Soraya Jiménez, hacía sus primeras apariciones en la alta competencia de ese deporte. 

Charlaron y encontraron una gran cantidad de coincidencias en su manera de ver el deporte. Rossito se convirtió en una especie de confidente de la atleta y, a pesar de que ella tenía un entrenador de nacionalidad búlgara, compartieron juntos los momentos previos a la histórica gesta en Sidney, donde Jiménez conquistó la medalla de oro. 

SE INICIA LA RELACIÓN 

A principios de este año se enteró de que en pocos minutos sería confirmado como nuevo entrenador de la atleta mexicana. Toda una sorpresa para un hombre que ha dedicado su vida al deporte guatemalteco y que no esperaba que la gran oportunidad de alcanzar la gloria olímpica vendría de otro país que no es el suyo. 

Soraya Jiménez se lesionó el año anterior y acusó a su ex adiestrador de no prestarle la atención necesaria, igual que sucedió cuando dio positivo en un control antidopaje, razón por la que hizo los trámites ante el Comité Olímpico Mexicano para contratar a Luis Rossito. 

DE CARGADOR DE BULTOS A ATLETA 

Luis Rossito nació en Quiriguá, municipio de Izabal, hijo de Berta Lemus de Rossito originaria de Santa Catarina Mita, Jutiapa, y del italiano Luis Rossito Filomena. Por los negocios de su padre, vivió casi toda su infancia en regiones izabalenses, hasta que se trasladó a la ciudad capital. Aquí se dedicó, como cualquier joven, a la práctica del fútbol y el volibol, pero sintió un interés especial por el Levantamiento de Pesas, a cuya federación acudió por primera vez en 1972. 

Rossito cuenta que su padre tenía tiendas misceláneas y que para entretenerlo lo hacía mover varios costales, lo cual le fue dando cierta fuerza muscular, que le sirvió de base para practicar la halterofilia. Durante diez años seguidos, Rossito llenó su pecho de medallas conquistadas en eventos centroamericanos y en torneos panamericanos, además de alcanzar el décimo puesto en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976. 

En 1980 ingresó en la Academia Deportiva en calidad de docente y, a partir de allí, se convirtió en el mentor de decenas de atletas, no sólo del levantamiento de pesas.

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