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Atletismo

El Consultorio del Doc

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Hoy se inaugura la edición XXX de los Juegos Olímpicos Modernos, y nos pega con mazo porque uno de los grandes atletas de todos nuestros tiempos, Teodoro Palacios Flores, recibe una pensión de Q1,000 mensuales, cuyo acuerdo puede ver en pic.twitter.com/QCB5wSyn . Que esto sea firmado por el Presidente es una afrenta para los atletas que alguna vez destacaron en el país, Teodoro tiene el récord nacional de salto alto desde hace 52 años, nadie se ha acercado a los 2.10 metros que el surcó por los aires quetzaltecos en febrero de 2012. Lo que llora sangre y abre heridas es que, con toda facilidad, los miembros del Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Guatemalteco devengarán más en viáticos por sus dos semanas en Londres que lo que recibirá Teddy durante el primer año de su pensión. Lo cual no es raro, pero es de esos contrastes que como sociedad nos hacen tanto daño, sobre todo con un atleta que está casi ciego, independientemente de las altas y bajas que haya tenido en su vuelo por la vida. Claro que la intención es buena, desafortunadamente como decía el tercer Presidente de USA, Thomas Jefferson, «de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno». Sabemos que la Confede prepara una pensión adicional para Teodoro, pero entonces no debería aparecer un acuerdo así que denigra el servicio al país, si así pudiéramos nombrar a lo hecho por el ganador de 3 medallas de oro Centroamericanas y del Caribe consecutivas en salto alto, medallista de plata panamericano y abanderado de la delegación olímpica en México 68.

La historia del niño de Puerto Barrios que perdió a sus padres desde muy pequeño y que creció junto a su abuela en Puerto Barrios, a techo abierto porque dormía en las bancas del parque central de Barrios cuando como lustrador soñaba con las estrellas, que un día vio su futuro en los cuarteles militares y se inscribió al servicio en la Base Naval, para que sus condiciones atléticas lo llevaran al Aurora por su capacidad atlética y allí lo divisara Ciryl Thomas para llevarlo al atletismo, y que en su primer salto mostrara que era un monstruo en ciernes al pasar la varilla en el 1.80 metros. Así inició un camino aderezado al ganar tableros, rebotes y puntos con sus queridos Leones de Marte y Hércules. Hasta que llegó la plata en Panamá 1970 y el dilema existencial de que haría con su vida, cuando ya estudiaba inglés en el IGA y decidió emigrar, como los cientos de paisanos que lo hacen todos los días porque aun no creamos condiciones de superación constante y oportunidades en nuestro propio país.

Hoy que me toca despedir del suelo terrenal a mi querida amiguita Daniela, imploro porque nos miremos todos los días al espejo, sepamos donde vivimos, qué comemos y quiénes son todos los que formamos esta Flor de Pascua en la famélica cintura que nos vio nacer y aun espera que la justicia no llegue en cabo suelto, sino apretada con acciones que en conjunto dignifiquen a nuestro recurso humano, el mismo que se abre brecha por la vida, con la espera de gritar al viento que en Guatemala sus hijos ganan su jornal luego de recibir salud y educación coherentes, que mueran en paz consigo mismo, que se los trague una tierra justa, donde la meritocracia sea una regla y las oportunidades sean para todos. Esperamos que Teddy tenga más años pero que allá algo más que este acuerdo que no habla bien de ninguno de nosotros.

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