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Internacional

Aaron Hernandez deja nota de suicidio a ¿su novio?

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El misterio que rodea la muerte de Aaron Hernandez es cada vez más grande, salvo el hecho de que, ya saben, se quitó la vida colgándose con una sábana que amarró a la ventana de su celda.

La tarde del jueves se dio a conocer que, contrario a los reportes iniciales, se encontraron tres cartas de suicidio dentro de la Biblia en la habitación de Hernández, precisamente en la página del versículo Juan 3:16.

Ahora el diario británico Daily Mail, citando una “fuente cercana a la investigación”, indicó que una de las cartas estaba dirigida a su prometida, Shayanna Jenkins-Hernandez, la otra era para su hija Avielle, y la tercera para su pareja homosexualal interior del Centro Correccional Souza-Baranowski.

Obviamente hay que considerar la fuente antes de saltar a cualquier conclusión, pero también hay que considerar que Hernandez cumplía una sentencia de por vida. Una vida sin amor a los 27 años de edad no ha de ser fácil.

Ese, obviamente, es el contenido más jugoso en la nota publicada por el tabloide británico, que asegura que el exjugador estuvo planeando su muerte durante semanas. Regaló a otros presos la mayor parte de sus posesiones y enjabonó todo el piso de su celda para que el suelo quedara lo suficientemente resbaladizo y no pudiera arrepentirse de último minuto.

Sports Illustrated reportó poco después de la muerte de Hernandez que el jugador había consumido un tipo de marihuana sintética de la que se sabe que provoca alucinaciones, lo que explicaría el escrito de Juan 3:16 con un marcador rojo sobre su frente, y las marcas de estigmas en manos y pies.

Entre las pocas certezas que se tienen hasta ahora es que el cuerpo ya fue entregado a una funeraria, que el cerebro de Hernandez fue donado a investigadores neurológicos de la Universidad de Boston y que Jenkins-Hernandez demandó para que se preservara la evidencia.

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También se sabe que los internos del Centro Correccional Souza-Baranowski, la única prisión de máxima seguridad del estado, pasan hasta 19 horas al día encerrados, y no cuentan con muchos programas o empleos. “Simplemente no hay mucho que hacer”, dijo a Sports Illustrated Leslie Walker, directora ejecutiva del Servicio Legal de Prisioneros de Massachusetts.

También es innegable es que la tasa de suicidio entre los prisioneros de Massachusetts prácticamente duplicó el promedio nacional entre 2001 y 2012.

Pero esos dos factores, por sí solos, no explican las causas que orillaron a Hernandez a quitarse la vida tan solo unos días después de ser absuelto de un doble homicidio. Y dada la sensibilidad del caso, es posible que nunca se sepan sus motivos, a menos que los haya explicado en alguna de las notas, y la familia decida hacerlas públicas.

Comprobar la existencia del amante homosexual de Hernandez será mucho más complicado.

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